domingo, 21 de março de 2010

PSOE andaluz - El pollo de León

La portada del periódico La Gaceta del domingo llamaba la atención. Una fotografía en sepia mostraba al famoso político andaluz Romero Robledo, más conocido por "El pollo de Antequera", que desde 1862 hasta su muerte no dejó de mentir, engañar, regalar actas de diputado y, sobre todo, comprar votos por toda Andalucía. Al lado aparecía una foto de Zapatero paseando con Griñán por una playa de Andalucía, después de haber adoptado, en Consejo de Gobierno, una serie de medidas cuyo único objetivo es comprar el voto de los andaluces de las zonas rurales para las próximas elecciones. La comparación entre Romero Robledo y Zapatero era, sin duda alguna, oportuna, pero Zapatero, según el periódico que dirige Carlos Dávila, es más "desgarbado, truhán y manirroto" que el malagueño. No puedo estar más de acuerdo con el titular. Es gracioso y hace reír.

No obstante, creo que el periódico no hace justicia ni a Zapatero ni al famoso político de Antequera que fue diputado, ministro varias veces y de diferentes carteras, presidente del Congreso, y estuvo con todos los partidos que tenían el poder. Romero Robledo fue, sin duda alguna, un desastre; pero, en mi opinión, Zapatero es muchísimo peor. Es cierto que Romero Robledo sigue representando todos los males del político profesional; fue la expresión del caciquismo sin ningún tipo de límite moral, lo controló casi todo y, por supuesto, persiguió hasta la desaparición a sus adversarios. Naturalmente, Romero Robledo odiaba a la prensa libre, por ejemplo, un año antes de su muerte, en 1905, consiguió que Azorín abandonase El Imparcial, porque no le gustó la crónica que el escritor publicó con el título Romero en el Romeral.

A pesar de todo, Zapatero es peor, muchísimo peor, que Romero Robledo, entre otros motivos porque el cacique de Antequera era sólo eso: nada más y nada menos que un cacique. Al final Romero Robledo, y a pesar de que sirvió a los gobiernos más draconiamente autoritarios, estuvo limitado por unas leyes externas que le costaba controlar; por el contrario, Zapatero tiene una conducta más cercana a la del tirano que manda según su voluntad y su interés propios. Lo sucedido con los cambios en el Gobierno andaluz así lo acredita. Zapatero cambió a Griñán por Chaves y, después, ha querido dejar constancia que el PP de Arenas no se enfrentará a Griñán, ojalá, sino a una estructura organizativa de carácter totalitario. En Andalucía, en efecto, el jefe fetén ya no es Griñán sino Zapatero. Las "ayudas" concedidas por el Gobierno a la Junta de Andalucía a través de la ampliación del PER y de los pagos por la "deuda histórica", al margen de los votos que puedan retener, no han tenido otro objetivo para los socialistas que dejar claro que en Andalucía manda Zapatero.

Agapito Maestre

http://www.libertaddigital.com

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